Hace mucho tiempo, en un lugar muy lejano, tan lejano que resulta difícil de imaginar, existía una enorme estrella de color azul. Esta estrella, bautizada como Ícaro, era más de 100 veces mayor que nuestro sol, y brillaba con una intensidad miles de veces mayor que la del astro que gobierna el Sistema Solar. El tiempo de Ícaro se acabó hace miles de millones de años, pero su luz todavía nos llega hoy en día. Esta estrella, descubierta ahora gracias a un capricho de la naturaleza, se ha convertido en la estrella más lejana jamas observada por la humanidad.

Ícaro, cuyo nombre oficial es «MACS J1149+2223 Lensed Star 1», es la estrella individual más lejana jamás vista. Crédito: Gabriel Pérez, SMM (IAC).
Ícaro era más de 100 veces mayor que nuestro sol, y brillaba con una intensidad miles de veces mayor que la del astro que gobierna el Sistema Solar.
Ícaro, de nombre oficial «MACS J1149+2223 Estrella Lentificada 1», se encuentra a en una galaxia espiral situada a 9000 millones de años luz de distancia de nosotros. Más de 100 veces más lejos que la siguiente estrella individual que hemos podido observar. Tan lejos que, a pesar de su extraordinario brillo, en condiciones normales sería imposible observarla desde la Tierra. La detección ha sido posible gracias a que la gravedad de un cúmulo de galaxias (MACS J1146+2223), situado a 5000 millones de años luz de la tierra, ha amplificado la intensidad de la luz de la estrella al causar una lente gravitacional. La gravedad de este cúmulo ha curvado la luz proveniente de la estrella, actuando como una lupa cósmica y permitiendo que el telescopio espacial Hubble fuese capaz de detectar la presencia de la estrella. Durante un breve espacio de tiempo el brillo aparente de la estrella se alzó más de 2000 veces por encima de su brillo real.
La detección de Ícaro fue un suceso extraordinario. Muy poco después de ser descubierta muchos telescopios del mundo apuntaron al lugar donde se encuentra en el cielo, buscando aprovechar la lupa que la naturaleza nos ha brindado, para caracterizar la estrella de la mejor manera posible. Entre los telescopios utilizados estuvo el Grán Telescopio Canarias (GTC), situado en el Observatorio del Roque de los Muchachos, en la isla de La Palma. Este telescopio, el mayor telescopio óptico del mundo, fue el único capaz de detectar la estrella desde Tierra.

El Gran Telescopio Canarias, el mayor telescopio óptico del mundo, fue el único capaz de detectar la estrella desde Tierra.
El hallazgo, liderado por Patrick L. Kelly de la Universidad de California, ha sido publicado hoy en la revista Nature Astronomy, e incluye una importante participación española. Entre los autores del estudio se encuentran investigadores del Instituto de Física de Cantabria, la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad del País Vasco, el Instituto de Astrofísica de La Laguna y la Universidad de La Laguna.
Ícaro, además de convertirse en la estrella más distante jamás observada, permite estudiar la naturaleza de la materia oscura del cúmulo que ha servido de lupa. Estudiando la forma de la amplificación de la luz es posible distinguir entre diferentes formas de materia oscura. Los autores del estudio apuntan que dada la forma de dicha amplificación hay ciertas fuentes de materia oscura que quedan descartadas. En este caso la presencia de un gran de agujeros negros primordiales.
Ícaro permite estudiar la naturaleza de la materia oscura del cúmulo que ha servido de lupa.
La llegada de nuevos telescopios, como el futuro Telescopio Espacial James Webb, permitirá el estudio de estrellas aun más lejanas que Ícaro, y con ello el estudio de la evolución de las primeras estrellas del Universo.